jueves, 29 de mayo de 2008

Credo

Puedo decir que soy un hombre de fe, creo en Dios y en los demás dioses que juegan con nosotros esta aventura de vivir, creo en la absoluta belleza del universo, y juro haberla visto cuando se condensa en tu sonrisa. Creo que la tierra de tanto girar nos tiene locos, y que el pasado solo deja rencor y nostalgia. Creo que el futuro es una alegría que aún no existe, y que el presente es un pedazo de fruta que me estoy comiendo y me sabe agridulce. Creo que nadie ha entendido que todo es una obra de teatro, y es por esa razón que viven tan amargados. Creo que el amor es seductor y muy enfermizo, y que el corazón de las mujeres es el nombre de una famosa leyenda. Creo en la mala suerte de los poetas, por lo que procuraré nunca hacer parte ellos. Creo que la felicidad esta escondida entre tus sabanas y que merezco una oportunidad para encontrarla. Y creo, por encima de todo, que nunca hay que creer, mucho menos creer en mi, pues lo que escribo es solo una nube, un sueño humedo en el que vivo, en el que floto alrededor de nada.

viernes, 9 de mayo de 2008

Popeye el marino fui...

La muerte se acuerda de todos, y a todos llega a cobrarles. Muchos intentan sobornarla para que los borre de la lista, pero mueren en el intento.
!Ay Popeye, el gran Popeye, cómo te extrañaremos!, de ti tampoco se olvidó la parca. Si supiera la liviana Oliva como has terminado. Los que fueron brazos como yunques ahora tan solo unos huesos porosos.
Tu inmaculado nombre lo robó un sicario en Medellín y con él firmó sus obras macabras. Cosa infame copiarle el nombre a un tipo como tú, que si existe cielo, te lo ganaste salvando inocentes y cuidando tus tres sobrinos.
No pudiste recuperarte de la partida de tu amigo Bluto, leal como ninguno en la pelea, con quien, en el fragor de tu juventud, te enfrentaste por esa donna mobile qual piuma al vento.
Tantos moretones, tantos daños en propiedad ajena, para darse cuenta al final que en el amor siempre se sale golpeado.
Pero ni el cielo ni el infierno existen marinero, solo el olvido. Y va a ser que en unos años yo mismo no te recuerde, ya no sonreiré más al pensar que eras un marihuanero de "putamadre".
Quiero honrarte ahora que aún tengo memoria. Te honro porque en tu vejez nunca dejaste de soñar, aunque aceptaras que tu físico ya no estaba a la par de tus alucinaciones. Te honro por cruzar los mares, por amar platónicamente, por destruir cien ejercitos y por tu libertinaje.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Sobre el significado del Nimierdismo.

El humo se alzó en el cielo, las montañas cantaron anunciando la llegada del gigante alado. Fue el momento para que huyeran los magos, los falsos profetas y sus gratuitos aduladores. Cuando se derramó la lluvia púrpura los arrasó a todos, no valió el llanto de las madres ni la amargura de los hijos, mucho menos las diplomáticas súplicas de los dioses; fueron eliminados, irremediablemente, por el gigante alado, que supo administrar a cada uno la dosis de crueldad estrictamente necesaria.
Pasaron siete eternidades hasta que, por su desenfrenada promiscuidad, el mundo fue de nuevo preñado por la vida que siempre lo sedujo con sueños humanos. De la tierra brotaron en forma de lombrices aquellos que se suicidaron antes de haber nacido. Estos, que nunca supieron del gigante alado, no le temían, y así, arrastrándose, se hicieron hombres, aprendieron la magia, profetizaron los paraísos, y adularon sus lunas y sus soles, ignorando que el gigante alado, que se encontraba destruyendo otros universos, pronto regresaría.
Mientras tanto, en las cinco esquinas de la tierra, que ahora era pentagonal, germinaron las cinco rocas que contenían los cinco preceptos del Nimierdismo. Para reunirlos y descifrarlos fue preciso emprender cinco expediciones con consecuencias nefastas, pues por cada una de ellas murió una quinta parte de la nueva humanidad. Al final, solo uno, el último en culminar su metamorfosis de lombriz a hombre, fue el depositario de la única sabiduría posible, la que fuera la respuesta a todas las preguntas y la pregunta de todas las respuestas.
Así, el más solo de los solitarios, comprendió la verdad de todo y sollozó por sentirse nada, sufrió un fuerte mareo por el vacío y se sentó a esperar…
Otra vez cantaban las montañas la llegada del gigante alado, el ajusticiador y destructor de universos pérfidos volvía de su ronda sideral. Al llegar vio los mares sembrados con espigas blancas, y escuchó que en el viento todavía viajaba el eco de las voces de los que habían muerto buscando las cinco piedras del Nimierdismo. Colérico olfateó en la tierra cualquier rastro que pudiera dejar el aroma de los pensamientos humanos, olió únicamente el de una ilusión, la siguió y al instante estaba frente al más solo de los solitarios. Él, levanto la cabeza ante su presencia, y sin descomponerse ante la mirada de sus mil ojos de fuego y la amenaza siniestra de su brazo interminable y oscuro, le dijo: ¡tú a mi no me matas gigante cabrón, para ti NI MIERDA, me mato yo!, y ante los mil ojos incendiados y atónitos del gigante alado, el más solo de los solitarios murió.

sábado, 3 de mayo de 2008

Despertar del sueño

Regresar no ha sido fácil, encuentro las cosas peor que como las dejé. El techo de la casa se sostiene por su propio orgullo, creo que es la necesidad de mantenerse firme, de no desaparecer junto con las ventanas y las puertas. La humedad, su color pardo, su olor, ahora dominan el conjunto. El piso es polvareda, los muebles sucios y vacíos. Los ecos del silencio hacen coro con la voz plomiza de la melancolía. El camino hacia la puerta ya no es camino, es solo naturaleza muerta, no conduce a ningún sitio. ¿Dónde están los cuadros, el baúl lleno de cosas raras, inservibles, que estaban ahí por si algún día servían?. En la cocina ya no comen ni las ratas, ni los insectos. Las hojas por todo lado, crujiendo a mi paso y clavandose como cristales en mis pies. Estas paredes son solo un espacio para la ausencia. La ropa colgada no la encuentro y los armarios simplemente se esfumaron, ni siquiera pude hallar la marca que dejan con los años en la pared.