miércoles, 7 de mayo de 2008

Sobre el significado del Nimierdismo.

El humo se alzó en el cielo, las montañas cantaron anunciando la llegada del gigante alado. Fue el momento para que huyeran los magos, los falsos profetas y sus gratuitos aduladores. Cuando se derramó la lluvia púrpura los arrasó a todos, no valió el llanto de las madres ni la amargura de los hijos, mucho menos las diplomáticas súplicas de los dioses; fueron eliminados, irremediablemente, por el gigante alado, que supo administrar a cada uno la dosis de crueldad estrictamente necesaria.
Pasaron siete eternidades hasta que, por su desenfrenada promiscuidad, el mundo fue de nuevo preñado por la vida que siempre lo sedujo con sueños humanos. De la tierra brotaron en forma de lombrices aquellos que se suicidaron antes de haber nacido. Estos, que nunca supieron del gigante alado, no le temían, y así, arrastrándose, se hicieron hombres, aprendieron la magia, profetizaron los paraísos, y adularon sus lunas y sus soles, ignorando que el gigante alado, que se encontraba destruyendo otros universos, pronto regresaría.
Mientras tanto, en las cinco esquinas de la tierra, que ahora era pentagonal, germinaron las cinco rocas que contenían los cinco preceptos del Nimierdismo. Para reunirlos y descifrarlos fue preciso emprender cinco expediciones con consecuencias nefastas, pues por cada una de ellas murió una quinta parte de la nueva humanidad. Al final, solo uno, el último en culminar su metamorfosis de lombriz a hombre, fue el depositario de la única sabiduría posible, la que fuera la respuesta a todas las preguntas y la pregunta de todas las respuestas.
Así, el más solo de los solitarios, comprendió la verdad de todo y sollozó por sentirse nada, sufrió un fuerte mareo por el vacío y se sentó a esperar…
Otra vez cantaban las montañas la llegada del gigante alado, el ajusticiador y destructor de universos pérfidos volvía de su ronda sideral. Al llegar vio los mares sembrados con espigas blancas, y escuchó que en el viento todavía viajaba el eco de las voces de los que habían muerto buscando las cinco piedras del Nimierdismo. Colérico olfateó en la tierra cualquier rastro que pudiera dejar el aroma de los pensamientos humanos, olió únicamente el de una ilusión, la siguió y al instante estaba frente al más solo de los solitarios. Él, levanto la cabeza ante su presencia, y sin descomponerse ante la mirada de sus mil ojos de fuego y la amenaza siniestra de su brazo interminable y oscuro, le dijo: ¡tú a mi no me matas gigante cabrón, para ti NI MIERDA, me mato yo!, y ante los mil ojos incendiados y atónitos del gigante alado, el más solo de los solitarios murió.

2 comentarios:

Lorein dijo...

Definitivamente estoy a punto de convertirme en el ser mas solo de los solitarios y con miedo de encontrar al gigante alado...

Laura Zarta G dijo...

Buenas...por aqui conociendo. Me gustó mucho el blog, estaré por aqui más seguido. Saludos desde PARÉNTESIS.