
!Ay Popeye, el gran Popeye, cómo te extrañaremos!, de ti tampoco se olvidó la parca. Si supiera la liviana Oliva como has terminado. Los que fueron brazos como yunques ahora tan solo unos huesos porosos.
Escribo para no sentirme un muerto prematuro, para dejar de respirar con ritmo y para poder dormir placidamente. Esto es lo único que puedo hacer ante la enfermedad que me carcome y que me augura un final de gato callejero. Se trata de un irreversible proceso degenerativo del sistema álmico humano* denominado por los sabios de Kalimodión** como "El Síndrome Lunar”. No se ha conocido cura, ni se conocerá según lo que dicen en su correspondencia los dioses del futuro.
He aprendido a vivir con la resignación, esquivando las horas. Me afilié a una congregación de poetas dispersos, y ahora bebo, y fumo y orino en las esquinas en honor a nuestra bandera. Sé que es una vida ridícula, pero solo así logro ralentizar el girar del mundo y el avance de mi enfermedad.
.........................................
*Sistema que comprende el funcionamiento orgánico del álma, la nostalgía, la alegría y la melancolía.
**Planeta de los sabios kalimodienses. Ubicado en la órbita de la decimonovena estrella de la galaxia de Anturio, en los límites antepenúltimos del universo.
Kaesar
2 comentarios:
Bella época donde uno ni se preguntaba que tenía Popeye en la pipa, o donde se creía que la espinaca daba tanta energía.
Lastima que no tenía cabello, por que seguro lo hubieramos visto con un rasta, y navegando por las aguas jamaiquinas
Pudimos haberle recordado mejor por algunas crónicas de viajes fascinantes, pero el insistió en darse a conocer por sus grandes puños y fuertes golpes.
Publicar un comentario